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Qué es la energía humana



Todo lo que vive late de energía, y toda esa energía contiene información. Si bien no es sorprendente que quienes practican medicinas alternativas o complementarias acepten este concepto, lo cierto es que incluso algunos físicos cuán­ticos reconocen la existencia de un campo electromagnético generado por los procesos biológicos del cuerpo. 

La forma visible (el cuerpo, el “soma”) es también un proceso. La sustancia que nos compone se mueve constantemente, cambiando regularmente la composición físico-química del organismo.Los científicos aceptan que el cuerpo humano genera electricidad, porque el tejido vivo genera energía y también la atrae del entorno. 

El cuerpo físico está rodeado por un campo energético que abarca el espacio que ocupan los brazos extendidos y todo el largo del cuerpo.Por tanto nuestro cuerpo es bioelectromagnético.  

  Este campo es a la vez un centro de información y un sistema perceptivo muy sensible. Median­te este sistema estamos en constante «comunicación» con to­do lo que nos rodea, ya que es una especie de electricidad y magneto consciente que transmite y recibe mensajes hacia y desde los cuerpos de los demás. Orlando Sánchez destaca lo siguiente: 

En el ser humano ocurren interacciones electromagnéticas, que son las principales responsables de las múltiples reacciones bioquímicas que caracterizan primariamente a la vida, y también de la conducción de los impulsos nerviosos...
 
Hasta el momento las explicaciones energéticas de los fenómenos vitales se restringen en su mayoría a procesos electromagnéticos; solo algunos científicos osados como Roger Penrose, (promotor junto a Hawkins de la teoría de los agujeros negros) e Isaac Asimov ( bioquímico y famoso escritor de ciencia ficción) se han atrevido a postular el posible papel en los procesos psíquicos del resto de las interacciones o energías. 

La visión aportada por nuestra ciencia ha sido la de averiguar de qué y cómo están compuestas “la maquinaria cósmica” y por extensión la humana.

Esta aproximación llevada en exceso tiende a “cosificar” conceptualmente los fenómenos estudiados, al poner el énfasis en el “sustrato” material de los fenómenos, ha sido rechazada en diversos grados por físicos dedicados al estudio de los sucesos en los niveles cuánticos. 

Algunos como David F.Bohm, Fritjof Capra, G. Chew han sugerido un enfoque complementario. Ellos plantean que es mas provechoso estudiar el “orden de como se mueve la materia” al “orden de la estructura”; representando así la visión opuesta en un conflicto inherente al pensamiento humano con milenios de historia.


Los avances de la física aplicada a los sistemas biológicos todavía requieren de mayor elaboración. La bioenergética resulta todavía muy restringida al campo de las interacciones electromagnéticas y la bioquímica de las reacciones, dejando fuera los fenómenos de la consciencia.
  La energía humana según el hinduismo y el taoísmo Sin embargo una visión más integrada y pragmática de las energías humanas surgió en los sistemas de conocimiento del oriente antiguo. Estos modelos del universo se caracterizan por el lugar central que ocupa el hombre en el esquema de las energías universales. Entre los mas destacados están el “hindú”, y el “chino”. 

En el Indostán surgieron muchas corrientes de pensamiento, como las diversas ramas del yoga. Estas coinciden en definir el término prana como el agente del cambio en el organismo y en el universo. La palabra ha sido traducida habitualmente como “energía o aliento”. 

Este prana identifica tanto al “gran aliento Cósmico”, en su flujo y reflujo de Big Bangs y Big Crunchs, como a los alientos situados en el ser humano; que por este motivo se convierte en un “microcosmos” reflejo del mayor. Por otra parte los antiguos sabios Chinos nos hablan del qi, (pronunciado “chi” ), y que es traducido también por energía, y por algunos como “los alientos”. 

Este qi existe en el cosmos y en el ser humano, siendo responsable de funciones, tanto somáticas como del ámbito de lo psicológico. Lo realmente sorprendente de estos modelos es que el hombre en sus dimensiones tanto psíquicas como somáticas se presenta constituido por los mismos principios energéticos del cosmos, cabe recordar aquí a Carl Sagan quien nos recordó en su famosa serie televisiva Cosmos la conclusión planteada por el Astrónomo y filósofo Eddington “...somos polvo de estrellas...” 

 
El modelo “hindú” plantea que la variante de prana mas relacionada con la estructura somática se adquiere a través de la respiración y circula por unos conductos llamados nadis, cuyo número asciende a 72 000. Allí donde se cruzan las corrientes principales surgen unas estructuras llamadas chakras, (Sánscrito = ruedas), en las que se realiza el intercambio energético entre diversos niveles de energía.
  

Los modelos chino e indostánico basan su aproximación a la realidad de las energías en el ser humano en sistemas de entrenamiento psicofisiológicos que permiten tanto “sentir las energías” en su fluir y refluir, percibirlas de esta forma con el conocimiento sensorial, el racional y el integrativo-intuitivo. Y otorgar además al pensamiento la propiedad de dirigir y controlar dichas energías: allí donde va el pensamiento, va la energía. 

  Los diversos estados de movimiento que alcanzan las energías en su desenvolvimiento se conocen como Tattvas, ocurriendo en el hombre, así como en el universo. Estos regímenes vibratorios se nombran: Tierra, Agua, Fuego, Aire y Eter. Todo un modelo más general compuesto por energías impulsoras o “emocionales”, más energías “pensantes”, e “integradoras” del hombre al universo, fue desarrollado por estos estudiosos. 

El individuo consta en total de 7 niveles de organización de las energías, con 5 subtipos básicos. El modelo chino de los alientos resulta en general más metafórico y menos analítico, pero no por ello menos racional que el hindú. Aquí las energías exhiben una gradación desde las más activas (Yang) hasta las menos móviles (Yin). 

Describiéndose en general 5 clases constituyentes del hombre. Estas ostentan nombres poéticos como Ming (la vida, el impulso vital ), Po el espíritu oscuro (la mente discursiva), Shen el espíritu (las funciones superiores de la consciencia humana), Jing la esencia (el origen y soporte de toda existencia ) y Qi el aliento, que traducido habitualmente como “energía”; es el que garantiza el funcionamiento somático. 

  El logro de la expresión de jing en el hombre como modulador del resto de las energías, se conoce como el cumplimiento del TAO (la vía, el camino); al ser este TAO aquello que existía por sí mismo antes de la diferenciación del universo. Si nos referimos a Qi este también se mueve por una red de canales llamados “meridianos”, que conectan diversos puntos de la superficie corporal entre sí y con las estructuras orgánicas profundas. 


  Donde se reúnen los flujos energéticos principales se forman “nudos” energéticos conocidos como “mares de la energía”, existen 3 de estos; uno en el bajo abdomen, otro en el tórax y el restante en la cabeza.

Los puntos de la superficie corporal donde se produce el intercambio energético son los conocidos “ puntos vitales “ de las artes marciales o “puntos acupunturales” de la medicina tradicional china (es ahí donde nos ponen las “agujas”). El modelo chino de las 5 transiciones o 5 fases (Fuego, Tierra, Metal, Agua y Viento) resulta equivalente en esencia al de los tattvas hindúes.   

  Los antiguos asiáticos señalaron además como fuentes de energía humana: a la energía proveniente de los progenitores (ancestral u esencial) aportada por los padres en el instante de la concepción; la energía nutritiva, extraída activamente de los alimentos y el agua y la absorbida proveniente de las radiaciones cósmicas y el aire inspirado. 

  Ellos apuntaron varios subtipos de energía, cada uno responsable de una acción fisiológica; entre los mas significativos están: la energía esencial, la energía defensiva, la respiratoria y la nutritiva. Estas energías entran, salen, suben y bajan por el organismo moviéndose a través del sistema de meridianos. 

Así, se diseñaron sistemas de ejercitación energética con fines marciales, terapéuticos y de crecimiento interior de los que hoy tenemos noticia en disciplinas como el Tai Chi Chuan y el Qi gong.   

  Lo emocional y mental en la energía humana 

  Quienes practican la medicina energética creen que el campo energético humano contiene y refleja la energía de ca­da persona. Nos rodea y lleva con nosotros la energía emo­cional generada por nuestras experiencias interiores y exte­riores, tanto las positivas como las negativas. 

Esta fuerza emocional influye en el tejido físico interno del cuerpo. De esta manera, la biografía de una persona, es decir, las expe­riencias que conforman su vida, se convierte en su biología. 

  Entre las experiencias que generan energía emocional en el sistema energético están las relaciones pasadas y actuales, tanto personales como profesionales, las experiencias y re­cuerdos profundos o traumáticos, y todas las actitudes y cre­encias, sean de tipo espiritual o supersticioso. 

Las emocio­nes generadas por estas experiencias quedan codificadas en el organismo y los sistemas biológicos y contribuyen a la for­mación de tejido celular, el cual genera a su vez, una calidad de energía que refleja esas emociones. Estas impresiones energéticas forman un lenguaje energético que contiene una información literal y simbólica. 

Una persona intuitiva mé­dica puede leer dicha información.   Las imágenes positivas y la energía de las experiencias positivas también están contenidas en el campo energético. Piense en alguna ocasión en que alguien le elogiara un tra­bajo bien hecho, un acto de bondad o la ayuda que prestó a una persona. Sentirá una energía positiva, una oleada de po­der personal dentro del cuerpo. 

Las experiencias positivas y negativas dejan registrado un recuerdo en el tejido celular y en el campo energético. La neurobióloga Candace Pert ha demostrado que los neuropéptidos, sustancias químicas ac­tivadas por las emociones, son pensamientos convertidos en materia. 

Las emociones residen físicamente en el cuerpo y se interrelacionan con las células y los tejidos. 

De hecho, la doc­tora Pert dice que ya no puede separar la mente del cuerpo, porque el mismo tipo de células que producen y reciben esas sustancias químicas emocionales en el cerebro están presen­tes en todo el cuerpo. 

A veces el cuerpo reacciona emocionalmente y fabrica sustancias químicas emocionales incluso antes de que el cerebro haya registrado un problema. 

Re­cuerde, por ejemplo, lo rápido que reacciona su cuerpo ante un ruido fuerte, antes de que haya tenido tiempo de pensar. En su libro Healing and the Mina, Bill Moyers cita las palabras de la doctora Pert:
«Ciertamente hay otra forma de energía que aún no hemos entendido. Por ejemplo, hay una forma de energía que parece abandonar el cuerpo cuando és­te muere. [...] La mente está en todas las células del cuerpo.» «¿Quiere decir que las emociones están almacenadas en el cuerpo?», le pregunta Moyers. «Por supuesto. ¿No se había dado cuenta? [...] Hay muchos fenómenos que no podemos explicar sin referirnos a la energía.»
 

La energía emocional se convierte en materia biológica mediante un proceso complejísimo. Al igual que las emiso­ras de radio operan en longitudes de ondas energéticas es­pecíficas, cada órgano y sistema corporal está calibrado para absorber y procesar energías emocionales y psíquicas espe­cíficas. 

Es decir, cada zona del cuerpo transmite energía en una frecuencia específica, detallada, y cuando estamos sanos, todas están «sintonizadas armónicamente». Una zona del cuerpo que no esté transmitiendo en su frecuencia normal in­dica dónde se encuentra localizado un problema. 

Un cambio en la intensidad de frecuencia indica un cambio en la natura­leza y gravedad de la enfermedad, y revela la modalidad de estrés que ha contribuido a desarrollar la enfermedad. 

  Esta forma de interpretar la energía del cuerpo se llama a veces «medicina vibratoria». Se asemeja a las prácticas y cre­encias más antiguas, desde la medicina china y las prácticas chamanicas indígenas, hasta casi todas las terapias populares o alternativas.  

  Normalmente, el sis­tema energético de la persona sólo transmite la información que es esencial para que la conciencia conozca el desequili­brio o la enfermedad. 

A veces la información simbólica re­sulta perturbadora, como en el caso de la imagen de «dispa­ros en el corazón». Pero esa intensidad es necesaria para que el mensaje del cuerpo pueda pasar a través de las pautas men­tales o emocionales habituales causantes del desarrollo de la enfermedad. 

Las intuiciones médicas colaboran con la in­tención del cuerpo de favorecer su salud y su vida; es decir, nuestra energía siempre va a buscar la salud, a pesar de lo que podamos hacernos a nosotros mismos físicamente. 

Si, por ejemplo, decirnos una mentira, en la mayoría de los casos nuestro campo energético le comunicará a la otra persona la «realidad energética» de que no estamos diciendo la verdad. La energía no miente; no sabe mentir.    




Fuente:
Orlando Sánchez
Caroline Myss
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 Escrito por Glenda González 
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