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¿Practicas la espiritualidad de la autocomplacencia?

Entre las distorsiones más comunes del término espiritualidad  se halla lo que denomino "la espiritualidad de la autocomplacencia, aquella en la que se considera que realizar prácticas espirituales, meditar, orar, hacer talleres o cursos tiene el único objetivo de "hacernos felices"; y esa "felicidad" se concibe
como resolver fácilmente los problemas sin generar ningún cambio de conducta, ni en la forma de pensar, ni en la forma de actuar, ni en la forma de ser.

En varios artículos de este blog he hablado del tema de la espiritualidad, y en especial acerca de cómo se entiende y se lleva a la práctica ese concepto que, aunque pareciera estar muy claro, realmente es comprendido de forma ambigua entre quienes se inician en este tipo de búsqueda y -sobre todo- entre quienes viven sin preocuparse por estos temas o llevan una vida más mundana, por decirlo así.


La palabra espiritualidad emana del latín, y más exactamente es fruto de la suma de estos tres componentes latinos:
El sustantivo “spiritus”, que puede traducirse como “alma”.
La partícula “alis”, que se usa para expresar “relativo a”.
El sufijo “dad”, que es equivalente a “cualidad”.

"Espiritualidad es la condición y naturaleza de espiritual. Este adjetivo (espiritual) refiere a lo perteneciente o relativo al espíritu y al alma. La noción de espíritu, por su parte, está vinculada a una entidad no corpórea...,a la virtud que alienta al cuerpo para obrar".

Desde esta perspectiva, todos somos espirituales, pues en todos habita una entidad no corpórea que alienta al cuerpo. Sin embargo, por lo general endosamos el calificativo espiritual a todo aquello que difiere de la materia, y especialmente a quienes practican, creen o realizan actividades que los vinculan con dimensiones desconocidas para el mundo físico y que lucen  mágicas, sobrenaturales e inaccesibles para la mayoría. 

Bajo tal idea, pareciera haber una  separación entre las personas materialistas (las que viven una "vida normal") y las  consideradas como "espirituales" por su conexión con lo que no es visible, ni fácilmente demostrable, ni explicable  en lo físico. 

El problema es que entre los considerados "espirituales" no hay diferenciación. Todas las prácticas entran en un mismo saco, desde el mentalismo y el astralismo (entiéndase como manejo de los cuerpos mental y astral, incluyendo a la brujería) hasta la religiosidad, el misticismo, el esoterismo y el ocultismo (que buscan acceder y comprender los planos superiores al astral).  
"La interpretación más común es de equívocos, prejuicios y estereotipos acerca de lo que significa ser una “persona espiritual”. Las imágenes de las personas espirituales oscilan entre dos polos: la de un brujo y la de un gurú oriental.  Vemos estos estereotipos hasta en los medios de comunicación: una bruja leyendo las cartas y practicando hechicerías; o una persona que emite mantras y frases positivas, coloca velas e inciensos, medita, y en los casos más extravagantes su indumentaria se asemeja a la de un hippie de los 60. 
Según esto, el brujo es un oráculo viviente que tiene premoniciones sobre el futuro y puede resolver los problemas de la gente, decirle qué le va a pasar, darle el número que saldrá en la lotería, y hasta dañarla con “un trabajo”; en tanto el gurú habla de paz y amor, se aisla, es guía o maestro de los demás, es vegetariano, nunca se molesta, nunca se equivoca, nada lo perturba y es un tanto "extraño".


El problema de las percepciones erróneas se agudiza cuando son sostenidas por los creyentes, los practicantes asiduos, los que se inician y los que desean crecer con estas herramientas, pues genera confusiones, falta de metas y objetivos claros, poca comprensión de las situaciones e incapacidad para enfrentar con una perspectiva elevada las circunstancias que se presentan en la vida. 

¿En qué consiste  la espiritualidad de la autocomplacencia?

A continuación enumero, los ingredientes que -a mi juicio-  tiene la espiritualidad de la autocomplacencia

1. La complacencia de los sentidos y los deseos
Observo a muchos que sólo buscan experiencias maravillosas, por lo que la espiritualidad les sirve para complacer a sus sentidos y evadir la realidad.  

En esta tipología entran muchos de los que se conocen como "comeflores espirituales", y se caracterizan por verlo todo color de rosa, cayendo en una especie de ensoñación, sin base real, sufriendo luego decepciones cuando no ocurre lo esperado.
  
Existe también la autocomplacencia de los deseos, cuando el enfoque se pone en los logros materiales. Son los que buscan todo aquello que les sirva para obtener lo que anhelan: dinero, pareja, trabajo, bienes,etc. 

Esto no quiere decir que no sea válido aspirar al bienestar material y emocional, y usar herramientas para ello; lo erróneo es creer que ese es el único objetivo de vida. Bajo esta premisa cualquier herramienta o técnica que me ayude a alcanzar mis deseos es buena, pero en el momento en que los resultados no sean los deseados, no sirve y la desecho.

Es justamente bajo estos lineamientos que se cae en la desesperación y se realiza  cualquier práctica que prometa el rápido logro de los que se busca, corriendo el riesgo de practicar brujería y magia negra. 

Añadido a lo anterior, los resultados sólo se miden en función del bienestar y el éxito alcanzado desde la perspectiva material, pues se supone que gracias a la espiritualidad lograré un buen trabajo, un buen sueldo, la mejor casa, el vehículo último modelo, la pareja soñada, el hijo anhelado... Lo contrario es indicio de fracaso espiritual.

¿Lo anterior significa que ser pobres y con pocos logros materiales es indicio de una buena práctica espiritual? Por supuesto que no, pues lo ideal es alcanzar un punto de equilibrio entre lo material y espiritual, que permita disfrutar una vida material satisfactoria, pero siempre acompañada de un crecimiento personal derivado de un proceso de transformación a lo interno de nuestro ser.


2.- La complacencia de las soluciones "express"
Hay que agregar a las percepciones erróneas, la creencia de que los problemas desaparecen  como por arte de magia con la práctica espiritual; y si luego de meditar, orar o hacer alguna técnica o ejercicio no se resuelve rápido, y en los términos de mis deseos personales, igualmente la práctica es mala. 

Tal concepción indica una gran falta de comprensión de los alcances de la espiritualidad, en el sentido de aprender a volcarse hacia sí mismo y desarrollar una visión amplia y superior de las situaciones de vida. 

Contrario a lo que se piensa, muchas veces las "verdaderas soluciones" llegan a través de una crisis, por lo que entender cómo las complicaciones ayudan al aprendizaje y crecimiento es todo un reto para muchos  y no es algo fácil de asimilar. 

También es difícil de entender cómo el logro de un deseo puede complicar las cosas y llevarnos a problemas mayores, si no sabemos determinar la pertinencia y las implicaciones de lo que queremos. Eso nos remite la vieja dicotomía cristiana entre la voluntad propia y la voluntad de Dios.  

Lo más deseado a veces no es lo  más conveniente, ni espiritual ni materialmente,  y en este punto es necesario recordar el mensaje del genio de la lámpara cuando dijo "ten cuidado con lo que deseas."

Para entender mejor los errores que cometemos en este proceso, vale determinar qué tipo de buscadores somos. Las clasificaciones van desde el "comeflor", ya mencionado, pasando por los buhoneros espirituales, los perezosos, los obsesivos y los expertos espirituales. 


Es importante mencionar, por otra parte, que iniciarse en alguna técnica o realizar algún ejercicio en procura de alguna motivación personal en ocasiones no genera la suficiente energía para movilizar planos superiores al físico. 

En otras palabras, si no se cuenta con suficiente fuerza espiritual, no se mueve energía ni siquiera del plano etérico (el más cercano al físico), y el ejercicio, rezo o ritual se vuelve hueco, equivalente a cualquier actividad física sin trascendencia espiritual.

No obstante, también existe el peligro de movilizar demasiada energía etérica y astral de muchas líneas de tiempo: vidas pasadas, vidas paralelas, vidas simultáneas; todo ello con consecuencias impredecibles para nuestro yo consciente. Por lo que debemos considerar  que muchas prácticas y ejercicios puede abrir portales desconocidos. Apliquemos entonces una frase del refranero popular: "si no sabes nadar, no te alejes de la orilla."


3.- La complacencia de lo extrasensorial
Entre los conceptos errados, no puedo dejar de mencionar al relacionado con el desarrollo de poderes extrasensoriales. 

¡Qué difícil es erradicar la creencia masiva acerca de que la espiritualidad y el psiquismo van de la mano! 

Muchísima gente cree, entre ellos gran parte de los que se inician, que el crecimiento espiritual significa llegar a ser clarividentes, clariaudientes, y precognitivos, por lo que miden el nivel espiritual en función de si la persona predice, canaliza, adivina lo que va a ocurrir, percibe, visualiza y se comunica con entidades de otros planos. 
                                             Lea también: ¿Qué es el psiquismo? 

Como consecuencia, muchos aspiran solamente a desarrollar estas habilidades y las toman como medida de su crecimiento y desarrollo; y además de ello muchos charlatanes se aprovechan de los estereotipos manejados por la mayoría para engañar haciendo creer que son seres con superpoderes espirituales.

"Lo cierto es que mientras más excéntrica, conversadora y hasta estrafalaria es una persona, bien sea por su apariencia, por la forma de hablar, por las técnicas que maneja y aplica, o los "poderes sobrenaturales" que exhibe, muchos tienden a considerar que se hallan ante un ser especial, elevado y espiritualizado al punto de "estar dotado para ayudarle y resolverle sus problemas."


La espiritualidad del autocrecimiento como contraste

Opuesto a las creencias generalizadas, a mayor espiritualidad menos exhibicionismo astral, menos psiquismo, menor conexión con entidades (sobre todo astrales), menor uso y necesidad de técnicas predictivas, y mayor nivel de consciencia para conectarse con la sabiduría interior y utilizar adecuadamente la clarividencia y clariaudiencia superior (con seres de dimensiones muy superiores a la astral).

La espiritualidad del autocrecimiento lleva, con el tiempo, a   entender, comprender y enfrentar la vida con una visión elevada y calmada, distinta a la visión que tiene el común de la gente, lo que da como resultado que los problemas se experimenten con bajo nivel de estrés, con mayor sabiduría, comprensión y aceptación -incluso de aquello que a nuestro yo inferior no le gusta o no desea-. 

Lamentablemente, tal grado de entendimiento es poco común. Me topo con ello constantemente en mis consultas de astrología y de terapia de respuesta espiritual. Muchos quieren soluciones rápidas, no desean realizar cambios en sus creencias, acciones y hábitos de vida; además de evadir o negar cualquier tipo de observación en cuanto a revisarse a sí mismos, reflexionar, aceptar errores, replantearse situaciones, dejar de culpar a los demás y no victimizarse.   

Igualmente resulta  difícil que dejen de lado la ansiedad por saber qué va a pasar con su vida y con las de las personas de su entorno, buscando las precogniciones.  Me doy cuenta de ello cuando muchos acuden a las consultas esperando las adivinanzas y las predicciones del futuro; y aunque no lo manifiestan, salen decepcionados al encontrarse con técnicas que ayudan a entender el porqué de las cosas y a internalizar y aceptar la co-responsabilidad que tenemos en lo que nos sucede, tratando de cambiar el entorno a partir del cambio interior. 

Generalmente, esas personas no vuelven con quienes los invitan a mirar hacia sí mismos y siguen en un círculo vicioso que los hace recurrir a varios tipos de consultantes, buscando el astralismo y lo predictivo y cayendo en manos engañosas.


Por fortuna, también existe mucha gente que comprende la concepción más elevada y acepta el reto de trabajar en la "espiritualidad del autocrecimiento", aquella que se ocupa de la conexión con el ser interior, de avanzar en el camino de conocerse a sí mismo, de aceptar y transmutar los defectos propios, al tiempo de conectarse con la fuente superior, la que entendemos como Dios.  

Este tipo de espiritualidad no siempre es la más cómoda ni el camino más rápido, pero sí el más seguro. 

Para comprender mejor el término transcribo el siguiente escrito del libro "La astrología como camino espiritual", de Bruno y Louise Huber: 

"El desarrollo del ser humano está dirigido a alcanzar un cierto control sobre sí mismo y sobre el entorno, a liberarse de las obligaciones y dependencias, y a desligarse de las necesidades internas básicas y del control de los instintos. 

...Al tomar conciencia de nuestro ser interior, conseguimos liberarnos cada vez más del «inevitable destino» que resulta de nuestros propios impulsos inconscientes, comportamientos psíquicos erróneos, temores y tendencias de protección inútiles, sentimientos de culpabilidad y obsesiones... en otras palabras, de nuestro karma.

...Los actuales conocimientos psicológicos y espirituales son una valiosa ayuda para avanzar en esta dirección, puesto que nos permiten sondear nuestras propias profundidades y reconocer tanto nuestra libertad como nuestras fronteras..."  

Escrito por Glenda González



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